Seguramente todos/as lo hemos experimentado alguna vez, y la respuesta es sí, el ocio puede traernos problemas por exceso, además de por defecto. Y ante todo, puede acentuar problemas emocionales o mentales según como lo estemos empleando, y, como animales de costumbres que somos, solemos emplearlo siempre en las mismas actividades, que quizás no son las más adecuadas para nosotros/as.
Por ésto nace la joven rama de la psicología del tiempo libre, enmarcada en la psicología social y aplicada.
En tiempos pasados, el ocio (escaso) se utilizaba para descansar del duro trabajo físico. Hoy en día, el trabajo de la mayoría de las personas es mucho más liviano, y la cantidad de tiempo libre ha aumentado considerablemente. Pero nadie o casi nadie nos ha educado para emplear ese tiempo , ni nosotros/as nos solemos sentar a organizar cómo queremos y debemos pasarlo para que nos resulte positivo.
Y a veces lo malgastamos día tras día, o peor aún, lo empleamos en actividades que nos perjudican psicológicamente.
Porque uno de los grandes problemas es que en nuestra sociedad hay miedo al aburrimiento, está mal visto aburrisrse, y además las formas preferidas de entretenimiento son las que producen una gratificación inmediata y que no exigen apenas esfuerzo. A veces medimos la calidad de una vida por la cantidad de diversión que contiene.Y ya hay autores/as que reivindican el derecho a hacer el vago, a ser perezosos/as, a dormir largas siestas, a perder el tiempo y a descansar sin remordimientos cuando así lo consideremos oportuno, como oposición a la cultura de hacer cosas sin parar en la que estamos inmersos/as.
El tiempo libre es el que no se necesita emplear para trabajar con el fin de ganar lo necesario para llevar una vida suficientemente desahogada, cómoda. Desde un punto de vista práctico las actividades de ocio pasan a ser un problema cuando se le dedica excesivo tiempo o cuando se emplea en actividades perjudiciales.
En cuanto a los objetivos de la actividad de ocio, el elemento a fomentar para aumentar su gratificación debe ser el esfuerzo moderado, intelectual o físico, y el ocio compartido. Es más gratificante emplear el tiempo en actividades como leer, escribir, pintar, hacer ejercicio, meditar, hacer actividades en grupo... que en ver la televisión o jugar a videojuegos todo el tiempo, y eso se n ota enseguida cuando hacemos ambos tipos de actividades y comparamos cómo nos sentimos después.
Esto podría hacer que disfrutásemos más del tiempo libre y que no lo sintiéramos como una pérdida o una espera entre jornada y jornada de trabajo.
Respecto a las vacaciones largas, es un tema más amplio y que puede ocasionar problemas diferentes y de más calado. Voy a mencionar los tres mas´comunes:
- La sobrecarga: se da cuando pretendemos ocupar cada minuto de las vacaciones con actividades, sin dejar tiempo para descansar o relajarse, o cuando queremos realizar actividades para las que no estamos preparados/as o que no realizaríamos en la vida diaria, por afán de separar el tiempo de vacaciones de la rutina diaria (deportes de riesgo, trasnochar todas las noches, realizar demasiados esfuerzos físicos, intentar ligar a todas horas...) lo que nos puede causar frustación, malestar, autopresiones y autojuicios innecesarios... y llevarnos a pasar unas vacaciones más frustrantes que el propio tiempo de trabajo.
Es como tener dos personalidades: un yo de vacaciones aventurero y despreocupado y un yo diario responsable y comedido. Quizás ocurra ésto porque tienen una necesidad de aventura y extraversión a la que no dejan manifestarse en su vida diaria.
A quienes les ocurra ésto podrían probar a mezclar esas partes de su personalidad: ser un poco más aventureros en la vida diaria (irse a hacer puenting un martes) y algo más comedidos en vacaciones (si te apetece pasarte el día haciendo el vago, o ir a hacer algún trámite administrativo estando de vacaciones en otra ciudad, hazlo). Vacaciones y vida diaria no son compartimentos estancos, ambas son partes de una misma vida: la tuya.
- El vacío interior: se da si pretendemos durante las vacaciones recuperar un sentido de la vida, un bienestar y una forma de ser que realmente no tenemos en la vida cotidiana, y pensamos que la recuperaremos en cuanto tengamos unos días libres y lejos de casa.
Pero no se puede recuperar lo que no se tiene. Éstos son conceptos que hay que trabajar a diario y conseguir incorporar a nuestra vida, no podemos tener un estado mental y psicológico en vacaciones y otro opuesto en la vida normal. Si te sientes vacío/a allí, es probable que lo estuvieras tabién aquí, solo que con el ritmo de vida que llevas no lo notas. Si te ocurre, deberías trabajar tu bienestar interior y replantearte tu vida estando en tu ciudad y en tu rutina, e introducir allí los cambios. Así te los llevarás contigo cuando vayas de vacaciones, y con el tiempo libre los notarás más acentuados y magnificados, lo que sí te proporcionará un gran bienestar.
- Los problemas de relación: Aquí es donde fallan muchas parejas en vacaciones: es muy fácil vivir el día a día con alguien si lo ves un par de horas al día, pero 24 horas escuchando las opiniones de esa persona, sus gustos, su forma de ser...compartiendo la vida y todas las actividades, pueden poner a prueba relaciones que no tienen la solidez necesaria, o en la que los miembros realmente no se conocen bien, y eso también se puede trabajar día a día para mejorarlo.
Además, podemos tener confusión con nuestro rol, y no saber cómo actuar: en casa sabemos qué lugar ocupamos, en el trabajo o estudios también, y en nuestros grupos de amigos igual. Pero en vacaciones podemos no saber bien qué lugar ocupamos, cómo relacionarnos co otros viajeros, con personal del hotel, con la pareja o familia con la que viajamos...
Estos problemas con el ocio pueden derivar en una fobia a las vacaciones o al tiempo libre, o a la llamada "neurosis dominical" , que es un estado bajo de ánimo acompañado de estrés que se da en el tiempo libre, especialmente los domingos, por no estar satisfechos/as con nuestro tiempo de ocio y además sentirnos culpables por ello.
Aquí deberíamos plantearnos reorganizar nuestras actividades de ocio, explorar, buscar y escojer nuevas formas de ocuparnos. Y dejar a un lado la culpa y las frustraciones, para convertir este tiempo en algo gratificante y reparador.
Por ésto nace la joven rama de la psicología del tiempo libre, enmarcada en la psicología social y aplicada.
En tiempos pasados, el ocio (escaso) se utilizaba para descansar del duro trabajo físico. Hoy en día, el trabajo de la mayoría de las personas es mucho más liviano, y la cantidad de tiempo libre ha aumentado considerablemente. Pero nadie o casi nadie nos ha educado para emplear ese tiempo , ni nosotros/as nos solemos sentar a organizar cómo queremos y debemos pasarlo para que nos resulte positivo.
Y a veces lo malgastamos día tras día, o peor aún, lo empleamos en actividades que nos perjudican psicológicamente.
Porque uno de los grandes problemas es que en nuestra sociedad hay miedo al aburrimiento, está mal visto aburrisrse, y además las formas preferidas de entretenimiento son las que producen una gratificación inmediata y que no exigen apenas esfuerzo. A veces medimos la calidad de una vida por la cantidad de diversión que contiene.Y ya hay autores/as que reivindican el derecho a hacer el vago, a ser perezosos/as, a dormir largas siestas, a perder el tiempo y a descansar sin remordimientos cuando así lo consideremos oportuno, como oposición a la cultura de hacer cosas sin parar en la que estamos inmersos/as.
El tiempo libre es el que no se necesita emplear para trabajar con el fin de ganar lo necesario para llevar una vida suficientemente desahogada, cómoda. Desde un punto de vista práctico las actividades de ocio pasan a ser un problema cuando se le dedica excesivo tiempo o cuando se emplea en actividades perjudiciales.
En cuanto a los objetivos de la actividad de ocio, el elemento a fomentar para aumentar su gratificación debe ser el esfuerzo moderado, intelectual o físico, y el ocio compartido. Es más gratificante emplear el tiempo en actividades como leer, escribir, pintar, hacer ejercicio, meditar, hacer actividades en grupo... que en ver la televisión o jugar a videojuegos todo el tiempo, y eso se n ota enseguida cuando hacemos ambos tipos de actividades y comparamos cómo nos sentimos después.
Esto podría hacer que disfrutásemos más del tiempo libre y que no lo sintiéramos como una pérdida o una espera entre jornada y jornada de trabajo.
Respecto a las vacaciones largas, es un tema más amplio y que puede ocasionar problemas diferentes y de más calado. Voy a mencionar los tres mas´comunes:
- La sobrecarga: se da cuando pretendemos ocupar cada minuto de las vacaciones con actividades, sin dejar tiempo para descansar o relajarse, o cuando queremos realizar actividades para las que no estamos preparados/as o que no realizaríamos en la vida diaria, por afán de separar el tiempo de vacaciones de la rutina diaria (deportes de riesgo, trasnochar todas las noches, realizar demasiados esfuerzos físicos, intentar ligar a todas horas...) lo que nos puede causar frustación, malestar, autopresiones y autojuicios innecesarios... y llevarnos a pasar unas vacaciones más frustrantes que el propio tiempo de trabajo.
Es como tener dos personalidades: un yo de vacaciones aventurero y despreocupado y un yo diario responsable y comedido. Quizás ocurra ésto porque tienen una necesidad de aventura y extraversión a la que no dejan manifestarse en su vida diaria.
A quienes les ocurra ésto podrían probar a mezclar esas partes de su personalidad: ser un poco más aventureros en la vida diaria (irse a hacer puenting un martes) y algo más comedidos en vacaciones (si te apetece pasarte el día haciendo el vago, o ir a hacer algún trámite administrativo estando de vacaciones en otra ciudad, hazlo). Vacaciones y vida diaria no son compartimentos estancos, ambas son partes de una misma vida: la tuya.
- El vacío interior: se da si pretendemos durante las vacaciones recuperar un sentido de la vida, un bienestar y una forma de ser que realmente no tenemos en la vida cotidiana, y pensamos que la recuperaremos en cuanto tengamos unos días libres y lejos de casa.
Pero no se puede recuperar lo que no se tiene. Éstos son conceptos que hay que trabajar a diario y conseguir incorporar a nuestra vida, no podemos tener un estado mental y psicológico en vacaciones y otro opuesto en la vida normal. Si te sientes vacío/a allí, es probable que lo estuvieras tabién aquí, solo que con el ritmo de vida que llevas no lo notas. Si te ocurre, deberías trabajar tu bienestar interior y replantearte tu vida estando en tu ciudad y en tu rutina, e introducir allí los cambios. Así te los llevarás contigo cuando vayas de vacaciones, y con el tiempo libre los notarás más acentuados y magnificados, lo que sí te proporcionará un gran bienestar.
- Los problemas de relación: Aquí es donde fallan muchas parejas en vacaciones: es muy fácil vivir el día a día con alguien si lo ves un par de horas al día, pero 24 horas escuchando las opiniones de esa persona, sus gustos, su forma de ser...compartiendo la vida y todas las actividades, pueden poner a prueba relaciones que no tienen la solidez necesaria, o en la que los miembros realmente no se conocen bien, y eso también se puede trabajar día a día para mejorarlo.
Además, podemos tener confusión con nuestro rol, y no saber cómo actuar: en casa sabemos qué lugar ocupamos, en el trabajo o estudios también, y en nuestros grupos de amigos igual. Pero en vacaciones podemos no saber bien qué lugar ocupamos, cómo relacionarnos co otros viajeros, con personal del hotel, con la pareja o familia con la que viajamos...
Estos problemas con el ocio pueden derivar en una fobia a las vacaciones o al tiempo libre, o a la llamada "neurosis dominical" , que es un estado bajo de ánimo acompañado de estrés que se da en el tiempo libre, especialmente los domingos, por no estar satisfechos/as con nuestro tiempo de ocio y además sentirnos culpables por ello.
Aquí deberíamos plantearnos reorganizar nuestras actividades de ocio, explorar, buscar y escojer nuevas formas de ocuparnos. Y dejar a un lado la culpa y las frustraciones, para convertir este tiempo en algo gratificante y reparador.