Andrómeda fue una virgen de extraordinaria belleza que estuvo a punto de ser sacrificada y devorada por un monstruo. Por fortuna, Perseo se enamoró de ella y la salvó.
Según el mito de Andrómeda, la esposa del Rey Cefeo, llamada Casíope, se jactó de ser más bella que las nereidas y provocó la furia de Poseidón. Como castigo, el dios de los mares inundó la tierra con las bravas aguas marinas. Por esta razón, el rey Cefeo consultó al oráculo y obtuvo la instrucción de sacrificar a su hija. De esta forma, la joven Andrómeda, mujer de belleza casi divina, fue encadenada en un acantilado. El destino de la doncella era ser devorada por un monstruo marino, enviado de Poseidón.
Perseo se enamora de Andrómeda
Aquel día, Perseo continuaba su mítico viaje cuando vio a la joven doncella encadenada, de acuerdo al mito de Andrómeda. Desde las alturas, el hijo de Zeus creyó que se trataba una estatua de no ser por las lágrimas que vertía. A causa de su insólita belleza, el héroe sintió ardientes deseos en su corazón. Al encontrarla atrapada por la cadena, le preguntó su nombre y el por qué estaba ahí. Después de obtener las respuestas, los padres de la virgen aparecieron en el lugar. Perseo se presentó y propuso salvar a la princesa, a cambio de obtenerla en matrimonio. Tanto Cefeo y Casíope aceptaron.
Más adelante en el mito de Andrómeda, Perseo entra en combate contra el monstruo marino. La criatura era gigantesca y brutal, pero el héroe pudo esquivarla con ayuda de sus sandalias aladas. Cuando estuvo en las alturas, pudo blandir su curveada espalda en el lomo del animal. La criatura se revolcaba y manchaba las olas con sangre. Gracias a estas certeras heridas, Perseo salió airoso y pudo liberar a Andrómeda. Cumplieron su palabra los reyes y aceptaron el matrimonio. Junto con Perseo, Andrómeda tuvo siete hijos. A su muerte, la diosa Atenea la colocó entre las estrellas del cielo: la constelación de Andrómeda.
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