Orar por otros es un regalo que bendice a todo el mundo.
Al hacer a un lado cualquier preocupación o reto en mi vida, puedo centrar mi atención en orar por un amigo, un ser querido o alguien que lo necesite.
Dejo ir cualquier apego a un resultado específico para ellos y expando mi visión. Veo a la persona por quien oro como un centro radiante de vida y amor, llena de sabiduría divina en todo momento.
Oro partiendo de esta conciencia bendita y devota, afirmando que lo mejor y más elevado se expresa en nuestras vidas perfectamente, en todas maneras y circunstancias. Al orar por otros, las palabras que digo resuenan en las profundidades de mi ser, asegurando que la solución correcta se desenvuelve.
Cuando Job hubo orado por sus amigos, Jehová le quitó la aflicción; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job.--Job 42:10
¡Estoy vivo, alerta y siento entusiasmo por la vida!
Mi mente y cuerpo están en una conversación continua. Mi cuerpo responde a mis pensamientos, y mi mente recibe constantemente mensajes de mi cuerpo, especialmente cuando algo no está en orden. Sin embargo, soy más que mente y cuerpo; he sido creado a la imagen y semejanza de Dios. Primero y por sobre todo soy Espíritu.
Al traer mi conciencia espiritual a la conversación entre mi mente y mi cuerpo, me mantengo equilibrado. Conozco a mi cuerpo y sus necesidades: lo sustento con comida nutritiva y agua, descanso y ejercicio. Con pensamientos, palabras y acciones centrados en el Espíritu, reclamo mi verdadera identidad como una expresión saludable de Dios.
El ocuparse del Espíritu es vida y paz.--Romanos 8:6
Mi mente y cuerpo están en una conversación continua. Mi cuerpo responde a mis pensamientos, y mi mente recibe constantemente mensajes de mi cuerpo, especialmente cuando algo no está en orden. Sin embargo, soy más que mente y cuerpo; he sido creado a la imagen y semejanza de Dios. Primero y por sobre todo soy Espíritu.
Al traer mi conciencia espiritual a la conversación entre mi mente y mi cuerpo, me mantengo equilibrado. Conozco a mi cuerpo y sus necesidades: lo sustento con comida nutritiva y agua, descanso y ejercicio. Con pensamientos, palabras y acciones centrados en el Espíritu, reclamo mi verdadera identidad como una expresión saludable de Dios.
El ocuparse del Espíritu es vida y paz.--Romanos 8:6
Mi fe es fuerte e imperturbable.
Si algo parece estar equivocado, perdido o roto en mi vida, no me concentro en ello, dándole energía a la ansiedad y al temor. Por el contrario, enfoco mi atención en la esencia todo sostenedora de Dios y siento la influencia calmante de la fe.
En oración, me aquieto y afirmo que mi fe es fuerte. Recibo seguridad de que Dios es mi ayuda siempre presente y la fuente ilimitada de mi provisión. Dios y yo somos uno.
Al descansar en la serenidad, mis emociones basadas en el temor se transforman en realidades llenas de fe. Mi humor mejora, mi confianza aumenta y termino mi tiempo de oración sintiendo gozo y fe. Doy pasos inspirados por esa fe para llevar a cabo mi bien.
Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: "Desarráigate y plántate en el mar", y os obedecería.--Lucas 17:6
Doy y recibo generosa y abundantemente.
Cuando Jesús estaba enseñando a una gran multitud y ésta se puso inquieta y sintió hambre, Sus discípulos reunieron la comida que estaba disponible: cinco hogazas de pan y dos peces. Jesús bendijo la comida y comenzó a pasarla a la multitud. Al final, hubo cestos llenos de sobras.
La generosidad inspira generosidad, y el dar genera abundancia. Al dar atención a otros, encuentro que tengo todo el tiempo que necesito para llevar a cabo una tarea. Al dar, experimento un fluir de abundancia en mi vida. También doy gracias por anticipado, como lo hizo Jesús. Al alinear mi corazón y mi mente con el fluir divino, expreso gratitud por todas mis bendiciones.
Y tomando los cinco panes y los dos peces, ... los bendijo, los partió y dio a sus discípulos para que los pusieran delante de la gente.--Lucas 9:16
Cuando Jesús estaba enseñando a una gran multitud y ésta se puso inquieta y sintió hambre, Sus discípulos reunieron la comida que estaba disponible: cinco hogazas de pan y dos peces. Jesús bendijo la comida y comenzó a pasarla a la multitud. Al final, hubo cestos llenos de sobras.
La generosidad inspira generosidad, y el dar genera abundancia. Al dar atención a otros, encuentro que tengo todo el tiempo que necesito para llevar a cabo una tarea. Al dar, experimento un fluir de abundancia en mi vida. También doy gracias por anticipado, como lo hizo Jesús. Al alinear mi corazón y mi mente con el fluir divino, expreso gratitud por todas mis bendiciones.
Y tomando los cinco panes y los dos peces, ... los bendijo, los partió y dio a sus discípulos para que los pusieran delante de la gente.--Lucas 9:16
Nos enfrentamos a muchas exigencias en cuanto a nuestro tiempo. Si permitiera que la ansiedad me abrumara, no haría lo mejor que puedo.
En vez de eso, elijo dirigirme a mi interior cuando siento ansiedad --respiro, me calmo y abro mi mente a las ideas divinas. Acojo la paz en vez de la ansiedad o la preocupación; un sentimiento de propósito en vez de un sentimiento de preocupación. Descubro que el tiempo me basta a medida que hago todo con calma. Siento alivio al actuar según lo mejor de mis habilidades. No pienso en lo último que hice o lo que debo hacer después. Mi atención completa está en la tarea a mano. Esto me proporciona un sentimiento profundo de satisfacción en todo lo que hago.
Sé que no hay para el hombre cosa mejor que alegrarse y hacer bien en su vida.--Eclesiastés 3:12
Dejo ir la preocupación y Dios manifiesta mi bien.
Hasta los cambios más planificados y mejor recibidos pueden causar cierto grado de ansiedad. Al comenzar un nuevo trabajo o al mudarme a una casa nueva, parte de mí puede temer que sea demasiado bueno para ser cierto. Y sin embargo, sé que la voluntad de Dios para mí es sólo el bien. Así que tomo el control de mi pensamiento. Y me pregunto: "¿Y si todo sale bien?" Anticipo la bendición y dejo ir y dejo a Dios actuar.
Dejo ir la preocupación y permito que Dios obre en todas las personas y circunstancias para guiar el camino. Reclamo mi herencia de apoyo y provisión divinas, y libero mi corazón de cualquier sentimiento de que no soy digno. Creo en la abundancia ilimitada de Dios y estoy listo para recibirla.
No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.--Juan 14:1
La luz de Dios me guía con amor y cuidado.
La guía a menudo es sinónimo de luz. Un faro emite luz que guía a los barcos lejos del peligro. Las luces en las pistas de aterrizaje guían a los pilotos a un aterrizaje seguro. Las luces frente a los hogares iluminan un camino que te da la bienvenida.
La luz de Dios en mí es sabiduría, e inspiración. Abro los ojos al mundo a mi alrededor y permito que la luz de Dios resplandezca desde lo más profundo de mi ser. Soy guiado a la paz, la seguridad, la abundancia y la satisfacción. Mantengo la luz en mí replandeciente por medio de la oración y la meditación. Receptivo a la presencia iluminadora de Dios, recargo la luz interna para que pueda ver fácilmente el camino ante mí.
Si tomara las alas del alba y habitara en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano.--Salmo 139:9-10
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