La multitud de factores y experiencias vitales que sin duda experimentamos
en nuestra vivencia perinatal -prenatal, natal y postnatal- las podemos
"analizar" y encuadrar en las distintas fases o etapas que atravesamos.
Todos vivimos de una manera u otra estas fases de crecimiento y cada
cual desarrollamos determinadas características físicas y psicológicas que
estarán influenciadas por la vivencia.
Sean experiencias más traumáticas o más sosegadas son momentos de
formación y de transito de venida a este mundo y por lo tanto son factores
decisivos y necesarios para nuestra aventura vital.
El cuerpo de los progenitores está expresando todo eso en sus propios
procesos fisiológicos y a su vez transmitiéndolo e imprimiéndolo en esa
nueva forma que se está construyendo.
A mi entender, las profundas e inevitables huellas perinatales con las que
se esculpen nuestros cuerpos y nuestras mentes son la condición humana
necesaria que va a determinar nuestro crecimiento. Por duras o negativas
que podamos sentir nuestras condiciones, estas son las que definen las
puertas de nuestra evolución.
CONCEPCIÓN
Este primer periodo es el de la concepción, del momento en que las
energías de nuestros padres se unen para formar el vehículo de nuestra
encarnación, nuestro cuerpo psico-físico.
En este momento están en juego multitud de factores: la cualidad del
momento y el estado psico-emocional y físico de los padres: el miedo
o la confianza, la ansiedad o la relajación son estados que marcaran
distintos tipos de pautas. Determinadas situaciones indignas o violentas,
como por ejemplo el de una violación o vejación, son influencias
importantes.
Por supuesto, además de todos estos factores la unión de las energías
materna y paterna también son producto y van acompañadas de la
influencia ancestral, las tendencias, cualidades y circunstancias del
linaje familiar que es heredado como memorias que se actualizan en el
nuevo ser encarnado.
NIDACIÓN
Durante la segunda semana de vida postconcepción, el ovocito
fecundado y con cientos de células diferenciadas entre las que
formarán el embrión y las que serán la placenta se implanta en el
útero.
Esta etapa es un momento en el que se establece el llamado
vínculo intrauterino, la unión del embrión con la madre que lo acoge,
lo nutre y le permite su crecimiento. Es un estadío en el que la
aceptación es un requisito importante en el establecimiento de la
seguridad vital; ser acogido, protegido y aceptado en ese estrato tan
tierno y vulnerable en el que el ovocito busca el territorio donde implantarse.
Sabemos que hay multitud de embarazos llevados a termino en los
que la aceptación ha brillado por su ausencia, también ese factor es
una impronta, una memoria temprana "aliada" en desarrollo evolutivo
de esa persona en crecimiento. También se sabe que hay un porcentaje
muy elevado de óvulos que habiendo sido fecundados y con una semana
de vida no llegan a implantarse y son expulsados con la menstruación.
Las condiciones en como hemos sido acogidos o rechazados genera
improntas de temores profundos relacionados con la supervivencia.
Los embarazos deseado o no, la misma idea y por supuesto el intento de
aborto puede generar fuertes improntas de este género.
GESTACIÓN
Una vez implantado el ovocito fecundado se enraíza para ser nutrido
por la madre y comienza un rápido despliegue de células y tejidos que
formarán los distintos órganos y sistemas.
A partir de la tercera semana, cuando se han formado las tres capas
de tejidos básicos comienza a formarse el primer sistema, el sistema
nervioso central, poco después de esto comenzará a formarse y latir
las células cardiacas y a una velocidad y con un orden sorprendente le
siguen el resto de componentes de nuestra anatomía.
De manera que a las ocho semanas, con un tamaño de tres centímetros
ya tiene todos los órganos esenciales formados, estos irán creciendo y
madurando durante los siete meses siguientes de gestación. Estos
dos meses primeros de gestación son los mas formativos, es donde
los sucesos o acontecimientos vitales pueden dejar improntas en la
constitución del organismo y en su estructura. Durante la gestación
la relación madre-hijo es muy estrecha y aunque existen "barreras
protectoras" que contribuye a una fisiología relativamente independiente
-por ejemplo la sangre no se mezcla- si que el bebé recibe influencias
de toda índole; la tensión emocional o del sistema nervioso, las
improntas toxicas o la cualidad del útero son también condiciones que
influencian la vida y desarrollo del bebe.
Las experiencias de la madre no tienen que ser ni son las mismas que
las del bebe.
NACIMIENTO
Momento crucial, el nacimiento marca otro importante cambio, la
placidez (si es el caso) y protección de la vida en el útero toca su fin.
El espacio intrauterino deja de ser placentero y una serie de desencadenantes
en la fisiología de la madre y del bebé da lugar a la extraordinaria
dinámica del parto. Intensas fuerzas se generan en el músculo uterino
apoyando el esfuerzo del bebé en dirección al canal del nacimiento.
El momento no es inocuo, se vive intensamente tanto por la madre
como por el bebé; la experiencia dejará claras huellas en la psicología
y anatomía de la persona y puede convertirse en el patrón guia con el
que afrontar los cambios o situaciones de reto y desafío en la vida.
Evidentemente las memorias y pautas grabadas serán de una u otra
característica dependiendo del tipo de nacimiento acontecido.
VINCULO
La vinculación hace referencia al ligamen afectivo que se crea entre
el bebé y su cuidador principal. Otra etapa tierna y vulnerable una
vez en este mundo.
El bebé necesita protección, seguridad, nutrición, contacto,... Cuando estas demandas están satisfechas pueden relajar tensiones
acontecidas en etapas anteriores.
Cuando estas necesidades no son satisfechas tenderán a generar
y/o potenciar patrones particularmente psicológicos que se verán
reflejados en la forma de establecer sus futuras relaciones.
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sábado, 8 de noviembre de 2014
LA DINÁMICA PERINATAL
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