Dice la sabiduría popular que "si quieres ir rápido, ve solo; si quieres ir lejos, ve acompañado". En cualquier proyecto de cierta envergadura es preciso ir acompañado. Incluso añadiría "ir bien" acompañado. Para poder incluir ese pequeño matiz resulta fundamental tener a personas motivadas a tu alrededor que compartan tus objetivos e inquietudes.
La clave de la motivación en el trabajo está en la felicidad. Un empleado feliz generalmente no necesita motivación externa y llega al trabajo motivado desde su casa. Si eso es así no hay que llevar a cabo ningún ejercicio de alquimia. Se trata de no desmotivarlo y dejarle crecer en el seno de nuestro equipo. Las personas que dirigimos proyectos tenemos ciertas posibilidades de generar el entorno y las condiciones propicias para facilitar al personal más cercano el desarrollo de su talento.
De las personas con las que trabajamos, las más fáciles de desmotivar son las que tienen mayores empuje, ilusión y talento. En un momento concreto pueden llegar a ver defraudadas sus ilusiones y a considerar que sus condiciones de trabajo -no solo las económicas, sino todas sus condiciones laborales- no están sincronizadas con la disposición y las ganas que ellos ofrecen. Por ello resulta esencial mantener con ilusión a las personas de ese tipo, e incluso priorizarlo por encima de todo.
Muchas veces, el interés de algunas pequeñas empresas por motivar a determinadas personas que no dan todo lo que debieran en su trabajo cotidiano consigue todo lo contrario a lo que se propone: defraudar a las que sí lo hacen, que detectan cómo la atención, los premios, los incentivos y, en cierto modo, el interés, acaba desplazándose hacia los que rinden menos, lo que les provoca frustración, incomprensión y rechazo. Dicho de otra forma,por hacer todo lo posible para que crezca el cactus hacemos que se marchite el resto de las plantas que florecen en la oficina.
Motivar a quien mantiene una actitud pasiva y no siente interés por formar parte de una empresa es una tarea que puede agotar a cualquiera. De hecho, para eso sirven las selecciones de personal, para huir de esos perfiles que pueden acabar siendo contagiosos y una fuente de problemas para los demás compañeros. En las pequeñas estructuras, especialmente en Pymes y en 'Startup', resulta indispensable no contratar a los típicos perfiles pasivos a los que todo les genera dudas, y que se sienten poco dispuestos a realizar correctamente su labor, independientemente de la experiencia que aporten. Tampoco hay que pecar de ingenuo y pensar que seremos capaces de motivarlos. Eso ocurre en contadas ocasiones, y a costa de un esfuerzo más que considerable.
Hay que contratar a las personas no por lo que conocen en primer término, sino por sus creencias y convicciones. Si te haces acompañar por alguien que comparte tu forma de ver las cosas, que cree en tus propios ideales y en los que dirigen tu compañía, trabajará contigo codo con codo y compartirá tus metas, tus disgustos e ilusiones. Si contratas a alguien por el mero hecho de que tenga un conocimiento determinado, o la experiencia para desempeñar el trabajo que precisas, tan solo trabajará por un sueldo. En otras palabras, tendrá una motivación menor y un grado de pasión inferior en su día a día.
El empleado ideal es el que se considera, en cierto modo, copropietario de la empresa. Para que eso suceda debe compartir sus ideales, comprender su funcionamiento y sentirse importante en el seno de su estructura. El primero que debe tener claros todos esos conceptos es el emprendedor o promotor del proyecto, ya que si no dispone de un plan vital y una filosofía de empresa definida el resto del equipo no podrá compartirla.
Actualmente lo que prima es la orientación a resultados inmediatos, lo que hace que las empresas se vuelquen en conocer al cliente y lo que le gusta. Sin embargo, incluso antes de hacernos preguntas sobre los clientes, deberíamos hacerlas sobre nuestros empleados. ¿Qué les hace elegirnos -o no- para trabajar con nosotros?
Cuando conocemos las inquietudes de las personas que trabajan con nosotros podemos apreciar mejor cómo mantenerlas satisfechas y hacer que fluya todo el talento que nos rodea. Mi amigo Diego fue durante algunos años Director de Recursos Humanos de una empresa de desarrollo desoftware. Para ellos la movilidad de su personal técnico era un verdadero drama. Cuando algunos programadores abandonaban la empresa en medio de un proyecto no solo se trataba de contratar a otros, sino además del tiempo destinado para contratar y poner al día a las personas nuevas, lo que ocasionaba retrasos, mala imagen de la empresa y, finalmente, una sangría de clientes que dejaban de confiar en su firma. Diego me comentó en cierta ocasión que, tras pensarlo mucho y haber intentado reducir el "éxodo" de personal hacia otras empresas, hallaron una explicación al problema que había en su plantilla de ingenieros. No se trataba de mejorar el sueldo o de aumentar el valor de los cheques de restaurante, y mucho menos de ofrecerles un gimnasio en las instalaciones de la empresa que, tras un fuerte desembolso, pocas personas usaban y apreciaban. La solución era mucho más sencilla: querían tiempo. Tras una serie de entrevistas, su equipo de trabajo llegó a la conclusión de que no se requerían esos incentivos: los empleados solo querían salir un poco antes algunos días a la semana, poder tele-trabajar desde su casa y otras medidas relacionadas con la conciliación del tiempo familiar y laboral.
Muchas empresas de mi sector confunden la imagen de frescura y cool con propiciar la felicidad de sus empleados. Algunas de ellas hacen verdaderas tonterías para aparecer en los 'rankings' de las empresas idílicas para el trabajador que se elaboran en distintos países, como el de 'Great Place to Work'. Lo que tratan de hacer en la mayoría de casos es aparecer en la lista para utilizarlo como evento de comunicación y promoción, lo que refuerza su imagen de marca.
Y es que actualmente la palabra "productividad" parece haber adquirido tintes mágicos. Si bien es cierto que la productividad es importante, personalmente le añadiría el concepto de "felicidad". Del mismo modo que se habla de los equipos o de las plantillas de las empresas en términos de productividad, los empleados también deberían hablar de la productividad de los promotores de los proyectos. Eso nos llevaría a que losemprendedores fueran valorados en su capacidad para generar condiciones de trabajo que fomenten la creatividad de los empleados. Sería algo así como cerrar el círculo. Aportaría justicia y, además, añadiría valor y una nueva visión a los emprendedores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario