miércoles, 31 de julio de 2013

Cuando la naturaleza corrige nuestros errores



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Hay veces en las que naturaleza tarda pero logra enmendar los errores que cometemos los hombres.
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La historia de esta singular playa de cristales es sin duda el mas claro ejemplo, de esto.
La naturaleza hace las cosas a su manera, con su propio estilo sin obedecer a nadie mas y tomándose su tiempo pero con uno resultados tan espectaculares como este. Cuando hace más de un siglo, la playa que hay a las afueras de Fort Bragg, California, comenzó a ser utilizada como basurero donde el pueblo tiraba la basura por el acantilado sin remordimiento, pocos podían imaginar que acabaría convirtiéndose en un protegido espacio natural de corte onírico.
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A finales del siglo XIX era común utilizar los acantilados más próximos a las poblaciones como el lugar donde despojarse de lo inservible en aquel entonces parecía algo lógico pero al pasar de las décadas se empezaron a percatar de su error. A comienzos de los 60, la playa de Fort Bragg comenzó a rehabilitarse. Se retiraron los desperdicios, los escombros y la chatarra para adecentar un poco el lugar. Sin embargo, había desechos que les resultaba casi imposible de quitar. Era el caso de los vidrios que cubrían gran parte de la arena de la playa. Fue el propio mar el que decidió echar un cable al hombre, a pesar del maltrato al que este la había sometido.
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La playa de Fort Bragg pasó a ser Glass Beach (Playa de Cristal), y los restos de vidrio se convirtieron en lágrimas redondeadas de un millón de colores. Conviene, en cualquier caso, aprender la lección. Las playas de cristal deben ser una deliciosa rareza en el mundo, no una norma.
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