Lesión crónica que no se cura sin tratamiento
El hombro doloroso es un cuadro clínico caracterizado por dolor y
limitación, más o menos acusada, de la movilidad del hombro. Se trata de
un problema que cada día motiva más consultas: afecta hoy a entre un 4%
y un 7% de la población, siendo más frecuente en los hombres. Su
comienzo suele ser insidioso y lento: el dolor surge tras algunos
movimientos concretos o bien por la noche. Las molestias iniciales
pueden ser tan leves que no se les conceda mayor importancia, hasta que
un día el dolor se agudiza o se hace más acusada la limitación de la
movilidad. Es una patología de curso largo, crónica y que en ocasiones
precisa de intervención quirúrgica.
Los síntomas y la exploración que realiza el médico son suficientes para realizar un diagnóstico de presunción que se debe confirmar con una ecografía. Si con esa prueba no fuera suficiente habrá que optar por una resonancia magnética. Efectuado el diagnóstico y averiguado el grado de severidad de la afección, se plantea el tratamiento para cada caso.
Si la afección es leve o moderada la inflamación desaparece con la aplicación de frío-calor, y es entonces cuando se comienza con la rehabilitación, que consiste en potenciar la musculatura del hombro. En personas jóvenes y sin lesiones importantes tendinosas esto suele ser suficiente para una total recuperación, pero si las molestias persisten hay que añadir un tratamiento con antiinflamatorios, si bien su eficacia es escasa debido a que los tendones están poco vascularizados y los medicamentos les llegan muy mal por vía sanguínea. Por ello, a menudo hay que recurrir a las infiltraciones locales con glucocorticoides, analgésicos y anestésicos locales. Se pueden realizar hasta tres infiltraciones con intervalos de una semana entre una y otra.
El tratamiento quirúrgico se aplica cuando todos los anteriores han fallado o si la afectación es severa. En la intervención quirúrgica se amplia el túnel subacromial para evitar los roces y se reconstruyen los tendones afectados cuando la lesión tendinosa es importante. Unas semanas después de la intervención se podrá iniciar la rehabilitación, que resulta más difícil que la de cualquier otra articulación y que inicialmente proporciona muy pocas satisfacciones al paciente y al fisioterapeuta. Puede llegar a prolongarse hasta 3 y 6 meses, por lo que se requiere de una buena dosis de paciencia y, lo más importante, una estrecha colaboración entre paciente, fisioterapeuta y traumatólogo.
Dolor al levantar el brazo
Las causas del hombro doloroso pueden ser muy diversas (tiene muchas estructuras óseas, musculares y tendinosas), pero las más frecuentes son las lesiones del tendón del músculo supraespinoso, la tendinitis de la porción larga del biceps, y el llamado síndrome subacromial. El tendón del supraespinoso, junto con los tendones del infraespinoso y redondo menor, forma el denominado manguito de los rotadores, una estructura que protege a la articulación y que se lesiona con frecuencia. Cuando el brazo se eleva por encima del plano del hombro, esta estructura tendinosa tiende a rozar contra el borde inferior del acromion que se sitúa justo por encima, lo que es causa de inflamaciones, desgarros e incluso roturas. El dolor aparece cuando se intenta levantar el brazo. Por las noches, el dolor incluso impide adoptar posiciones cómodas para dormir. Lo habitual es que el brazo se pueda utilizar si no se eleva por encima del hombro.El tratamiento quirúrgico se aplica cuando todos los anteriores han fallado o si la afectación es severaPor un lado la sobreutilización o sobreentrenamiento que propician algunos deportes (natación, lanzamiento de peso, jabalina...) o trabajos (movimientos repetitivos del hombro con elevación de los brazos por encima del plano de los hombros realizando fuerza y/o manipulando cargas) dan lugar al engrosamiento del tendón, al roce y a la lesión tendinosa. Como los tendones son estructuras muy poco vascularizadas, con poca irrigación sanguínea, este tipo de lesiones no muestra ninguna tendencia espontánea a la curación, al contrario tienden a hacerse crónicas, a agravarse, pudiendo llegar incluso a la rotura parcial o total del tendón. Pero también puede darse que con el paso de los años puedan aparecer fenómenos degenerativos en la articulación acromioclavicular, el techo del túnel, de tipo artrosis degenerativa, que estrecha el túnel, lo cierra en parte, y provoca el roce del tendón con el hueso. El resultado es la tendinitis.
Síntomas y diagnóstico
El más importante de esta afección es el dolor, que aparece con el movimiento de separación y elevación del brazo y, muy particularmente, en un determinado punto de la maniobra -entre los 70 y 100 grados del arco que hace el brazo-. Al principio se puede utilizar la extremidad sin dolor si no se eleva por encima del hombro, pero con el paso del tiempo las molestias pueden hacerse constantes, hasta impedir adoptar posturas cómodas para dormir por la noche, de modo que acostarse sobre el lado afectado puede resultar muy doloroso. Junto con el dolor, otro síntoma es la limitación de la movilidad, que se va acentuando con el paso del tiempo y que incluso puede llegar, si el tendón se rompe, a impedir el movimiento de separar el brazo del cuerpo.Los síntomas y la exploración que realiza el médico son suficientes para realizar un diagnóstico de presunción que se debe confirmar con una ecografía. Si con esa prueba no fuera suficiente habrá que optar por una resonancia magnética. Efectuado el diagnóstico y averiguado el grado de severidad de la afección, se plantea el tratamiento para cada caso.
Tratamiento
La tendinitis del supraespinoso tiende a cronificarse y agravarse con la edad sin mostrar tendencia espontánea de curación, por lo que siempre requiere tratamiento. El reposo de la extremidad superior es obligado y al principio resulta útil aplicar hielo dos veces al día durante tres primeros días. Después hay que cambiar y emplear calor, también varias veces al día.Si la afección es leve o moderada la inflamación desaparece con la aplicación de frío-calor, y es entonces cuando se comienza con la rehabilitación, que consiste en potenciar la musculatura del hombro. En personas jóvenes y sin lesiones importantes tendinosas esto suele ser suficiente para una total recuperación, pero si las molestias persisten hay que añadir un tratamiento con antiinflamatorios, si bien su eficacia es escasa debido a que los tendones están poco vascularizados y los medicamentos les llegan muy mal por vía sanguínea. Por ello, a menudo hay que recurrir a las infiltraciones locales con glucocorticoides, analgésicos y anestésicos locales. Se pueden realizar hasta tres infiltraciones con intervalos de una semana entre una y otra.
El tratamiento quirúrgico se aplica cuando todos los anteriores han fallado o si la afectación es severa. En la intervención quirúrgica se amplia el túnel subacromial para evitar los roces y se reconstruyen los tendones afectados cuando la lesión tendinosa es importante. Unas semanas después de la intervención se podrá iniciar la rehabilitación, que resulta más difícil que la de cualquier otra articulación y que inicialmente proporciona muy pocas satisfacciones al paciente y al fisioterapeuta. Puede llegar a prolongarse hasta 3 y 6 meses, por lo que se requiere de una buena dosis de paciencia y, lo más importante, una estrecha colaboración entre paciente, fisioterapeuta y traumatólogo.
Prevención
La prevención de las lesiones
del hombro no es fácil, pues cualquier persona es candidata a padecerla.
No obstante, son especialmente susceptibles las que por su trabajo
están sometidas a sobrecargas posturales, movimientos repetitivos de la
articulación y manipulación de cargas con los brazos por encima del
plano de los hombros. Como no siempre resulta fácil eliminar o corregir
estos factores laborales, deviene fundamental efectuar pausas en estas
actividades y, sobre todo, potenciar la musculatura del hombro mediante
ejercicios sencillos de realizar, que se pueden hacer en casa en ratos
libres.
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