A muchas personas no se les ocurre que su gato pueda estar dando problemas por algo que hayan hecho de forma incorrecta, o sencillamente porque proyectan en el gato emociones propias.
De forma inconsciente podemos generar problemas de estrés y ansiedad en el gato, al que luego culpamos y abandonamos, cuando realmente hemos sido nosotros los culpables del problema. He aquí unos ejemplos de cómo nosotros podemos influir negativamente en nuestro gato:
El juego
A todo el mundo le suena eso de que "no se debe jugar con las manos" con el gato, sobre todo cuando es pequeño y está aprendiendo. Pero es tan divertido para algunos. Es curioso pero suelen ser los hombres los que no respetan esta regla y los que juegan con sus manos, provocando al gato y haciendo que éste les ataque y muerda fuerte, haciéndole rabiar. Como es pequeño, no hace daño, y si lo hace les da igual. El problema viene después, cuando el gato es adulto y su mordida es bien fuerte. El gato no tiene autocontrol ni conoce la intensidad de su mordida, porque le han enseñado a morder fuerte y a tirarse a la presa (nuestro cuerpo) cuando quiera. Estos gatos cuando son adultos suelen tirarse a morder aun sin estar jugando nosotros con ellos, y no controlan la fuerza. Comienza siendo un problema cuando vivimos con otras personas, sobre todo personas mayores y niños. Todo podía haberse evitado si no hubiéramos jugado con nuestro cuerpo, sin enseñarle que nuestro cuerpo es presa, e indicándole cuándo el mordisco ya dolía. Aun así, siendo adulto, puede solucionarse con tiempo y pautas correctas, pero lo mejor es evitarlo. Se puede jugar con el gato y darle mucha actividad mediante otros juegos en los que el gato no muerda nuestro cuerpo, con juguetes que por peso y tamaño parezcan la presa natural del gato (ratones, pequeños pájaros).
Caricias en exceso
Hemos de reconocer que el hecho de querer coger, abrazar y estrujar a un gato es una necesidad puramente humana. Hay gatos más tolerantes que otros, muy cariñosos, otros que nos toleran pero prefieren que no les agobiemos. Aún así, lo hacemos, y luego nos quejamos de que nuestro gato es un antipático, arisco, un soso, traicionero. Cuando en realidad, es que nosotros somos agobiantes, manipuladores y no respetamos el espacio vital del gato. Necesitamos abrazar, besar, estrujar a un animal que de forma natural no conoce esto. Hay gatos a los que les encanta, pero siempre por un tiempo limitado (nosotros a la hora de dar amor a veces no conocemos límites). Y hay gatos a los que no les gusta nada que los cojamos, y para evitar arañazos y mordiscos, debemos respetarlo. Si tenemos un gato al que no le gusta demasiado el contacto físico, debemos dejarlo tranquilo y convivir con él sin agobiarle.
Un gato es un compañero único, y pese a no dejarse coger en brazos, no por ello es un "soso", es en realidad, un gato normal.
También debemos saber que una mala manipulación del gato, cogerlo mal, hacerle daño, etc, genera que el gato no se deje manipular en adelante, poniéndose incluso agresivo con nosotros y en el veterinario. Si manipulamos al gato desde pequeño de forma correcta, ni siquiera las visitas al veterinario serán un problema. Cogerle de forma suave, dejarlo en paz cuando él quiera, no hacerle daño ni obligarle a estar con nosotros son las claves.
Regañar y castigar
Error: el gato no sabe qué es esto, lo estamos haciendo mal. Debemos saber que el gato responde a una agresión con otra agresión, y si tendemos a regañarle e incluso agredirle físicamente pensando que le estamos enseñando algo, lo que estamos consiguiendo es crear agresividad en el gato hacia nosotros. Hay que tener cuidado de cómo tratamos al gato, es un error tremendo perseguirle por la casa y darle con un periódico o zapatilla. El gato no comprende nada y lo que hace es coger miedo y mostrarse agresivo. A la hora de enseñar a un gato que algo no nos gusta, hay otros métodos que para el gato son naturales en su aprendizaje y nada dañinos, dependiendo de lo que queramos enseñarle o qué mal comportamiento queremos trabajar. Para ello existen los profesionales, que nos pueden asesorar y ayudar.
Alimentación
Una mala alimentación puede generar problemas de ansiedad en el gato, que llega hasta a comerse nuestra ropa, cortinas, mantas de sofá... y defecar fuera de su bandeja. ¿Por qué ocurre esto? El gato necesita una alimentación basada en proteínas (es un carnívoro 100%), y además, necesita disponer de su alimento durante todo el día. El gato en estado natural no depende de nadie para comer, está perfectamente preparado para cazar su alimento y administrárselo él mismo. El problema ocurre cuando le damos de comer una o dos veces al día (¡insuficiente!) e incluso le damos piensos malos o comida incorrecta. Un buen pienso y una tolva o comedero lleno todo el día, y se acabó el problema. También podemos ayudarle a digerir las bolas de pelo dándole malta una o dos veces por semana, lo agradecerá. Si pese a todo el gato sigue con el mismo comportamiento, debemos consultar al veterinario porque seguramente tenga problemas digestivos y requiera un pienso especial, nada más.
Nuestra actitud
El gato es como un reflejo nuestro, proyectamos en él nuestras emociones, trabaja con nuestra energía. Cuando un gato empieza a dar problemas de comportamiento, debemos primero mirar cuándo empezó y qué pasaba en nuestra vida en ese momento. Cambios de trabajo, de horario, de pareja, hijos, mudanzas, obras, ruidos nuevos, pérdida de un familiar u otro animal de la casa. Más específicamente, por nuestra parte: estrés, ansiedad, tristeza, depresión, miedos, intolerancia, dolor. Debemos mirarnos a nosotros mismos para poder comprender qué le puede estar pasando al gato. Intentemos proyectar en él alegría, energía positiva, agradecimiento, amor incondicional. Es lo que vamos a recibir de él.
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