(La imagen es de http://www.picturesofheaven.net/)
Hoy quiero hablar de una palabra que nos asusta: “FIN”. Cuando algo se termina solemos tener una cierta sensación de vértigo. Ya sea porque se acabó algo que nos gustaba, ya sea porque finalizó una cosa que nos amargaba. Es extraño el ser humano. Nos asustan los finales, los cambios. Aunque lo que se acabe sea un trabajo que no nos satisfacía, aunque lo que se termine sea una relación tóxica.
Y llevo varios días pensando en ello porque la otra tarde leí una frase que me encantó por su positivismo: “The end is where we start from” (El final es desde donde empezamos). Es el título de una exposición de la Fundación Joan Miró y está sacada del poema “Little Gidding” de T.S. Eliot, cuya última estrofa dice:
“Lo que llamamos principio es a menudo el final.
Y llegar al final es empezar.
El fin es de donde partimos.”
Sobre este mismo tema me han hecho reflexionar dos películas que vi la semana pasada, The artist y La invención de Hugo. En ambas, se habla de personas que no aceptan que algo terminó y se quedan “atascadas” en su momento de gloria sin comprender que, dejando atrás todo aquello, les espera algo todavía más grande. El miedo al cambio las paraliza. Hasta que tienen la suerte de encontrarse con alguien que –a través del amor- les ayuda a reinventarse, que les muestra un camino, una oportunidad.
A veces, pensamos que el final es un muro. Pero no lo es, nunca lo es. Es, tal vez, una puerta que se cierra detrás nuestro pero también un camino que se abre delante. Puedes quedarte paralizado mirando la puerta. O puedes armarte de valor y comenzar a caminar. Un cambio es un reto, puede llegar a ser incluso una bendición. La buena noticia es que está en ti decidir cómo te vas a enfrentar a él. ¿Lo convertirás en un agujero infernal en el que sentarte a lamer tus heridas o en un peldaño para ayudarte a alcanzar el cielo que te está esperando?
No puedes empezar el siguiente capítulo de tu vida,
si continúas releyendo el último.
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