viernes, 23 de noviembre de 2012

Decisiones al final de la vida


Una conversación que se suele eludir, pero que es un asunto de familia.

End of life decisions
— Steve Bronstein/Getty Images
"La idea de pensar en la muerte como un proceso, me sirve como médico para pensar en cómo puedo ayudar para que ese camino sea de calidad o digno para la persona". —Dr. Manuel Domingo Castillo, Geriatra.

Fernando era un campesino de 81 años que amaba recorrer los campos, subir cerros y jugar al fútbol con sus nietos. Y lo hacía pese a que sufría de diabetes, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (debido a su consumo de tabaco) y una disminución en el riego sanguíneo en uno de sus pies que lo estaba comenzando a complicar.
"Su vida era feliz hasta que, por la isquemia vascular, los médicos que lo atendían decidieron amputarle el pie. Para él, la vida se acabó ahí, pese a que falleció un año más tarde", comenta el doctor Manuel Domingo Castillo, geriatra del Hospital Clínico de la Universidad de Chile. "Este caso nos deja muchas preguntas y una de ellas es si los médicos podemos influir tanto en la biografía de una persona".
El geriatra recordó a Fernando y su historia al comienzo de la conferencia plenaria "Toma de decisiones al final de la vida", una de las actividades del XIV Congreso Nacional de Geriatría y Gerontología, desarrollado la semana pasada en Santiago.
Y lo hizo para que el doctor Fernando Lolas Stepke, director del Programa Regional de Bioética de la Organización Panamericana de la Salud, y monseñor Fernando Chomali, obispo auxiliar de Santiago y magíster en Bioética, lo tuvieran en cuenta a la hora de abordar un tema que se suele evitar: las decisiones que marcarán una muerte digna o de calidad.
"Los médicos debemos ponernos en el caso de los pacientes, pensar en ellos como autores de sus propias decisiones, aunque estén postrados. Para eso se debe conocer su biografía". —Dr. Fernando Lolas, Experto en Bioética.
Biografía vital
¿Cómo se define ese concepto? El doctor Lolas alude a cuatro aspectos. Uno es que las personas puedan expresar su voluntad al respecto. Otro es que tengan claro que muchas veces los "avances de la medicina" no estarán disponibles para ellos; que morir es un proceso; que algunas ocasiones los médicos no están preparados para dar esa "muerte de calidad", porque el fallecimiento del paciente es considerado un fracaso.
"A los médicos nos da miedo optar por lo poco: que viva menos, pero bien. Y se prefiere dejarlo con la artificialidad terapéutica para que viva más tiempo", agrega el doctor Castillo.
Para monseñor Chomali, la definición es "morir cuando corresponda, no verse sometido a una medicina ensañada por mantenerlo con vida, ni adelantar la muerte".
Un punto clave en esto, dice el doctor Manuel Domingo Castillo, es que las personas, así como suelen declarar si quieren o no ser donantes, "también puedan conversar con sus cercanos acerca de cómo quieren morir o cómo no desean hacerlo".
"Algunas personas dejan un testimonio llamado 'directrices anticipadas', en las cuales ponen por escrito hasta dónde esperan que llegue la medicina para mantenerlos con vida", cuenta el doctor Castillo. Otros lo conversan con la familia. La mayoría se enfrenta al tema en el momento crítico.
"En esos casos lo que no debe pasar es que la voluntad de la persona no sea respetada. Y que el médico imponga su idea, sin pensar en la biografía de esa persona", advierte el geriatra, es decir, en cómo su decisión afectará a la persona y su percepción de la vida. Como pasó con Fernando.
"Quienes cultivan una vida espiritual de gran densidad, aparecen más preparados para enfrentar la muerte". —Monseñor Fernando Chomali, Magíster en Bioética.
Cuando el equipo del doctor Castillo se enfrenta a un caso donde se debe tomar una decisión vital para una persona, si no es posible conversar con él, lo hacen con la familia. "Y no lo hacemos en un pasillo, apurados, con el paciente al lado. Los llevamos a una sala, nos sentamos alrededor de una mesa, con un café y conversamos".
En ese diálogo, agregó que "emergen las contradicciones, y a través de preguntas logramos que la familia, que es la que representa al paciente y conoce mejor su pensamiento, pueda definir cuál es la opción más acertada para él o ella. Y no la presionamos para tomar una decisión inmediata. Pueden irse, conversar en privado y luego comunicarnos su determinación".

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