domingo, 9 de septiembre de 2012

Ojo con las lentillas



Ojo con las lentillas
Una mujer se coloca una lentilla en el ojo. Tres de cada diez personas tienen que dejar de utilizarlas con el paso del tiempo. [JOSE LUIS NOCITO]

El uso de lentes de contacto genera problemas oculares, especialmente en verano. Con el tiempo, tres de cada diez usuarios tienen que volver a las gafas o recurrir a la cirugía
SAN SEBASTIÁN. DV. La comercialización de las primeras lentes de contacto en los años treinta revolucionó el mercado óptico. Setenta años después, y con permiso de la cirugía láser, las lentillas siguen siendo la solución más generalizada para aquellos miopes, hipermétropes y astigmatas que quieren quitarse las gafas. Sin embargo, la mayoría desconoce los riesgos que acarrea ese gesto. Irritaciones leves, conjuntivitis e incluso infecciones graves de la córnea son algunas de las complicaciones asociadas al uso, no siempre indebido, de las lentes.

Javier Mendicute, jefe del servicio de Oftalmología del Hospital Donostia, confirma que «existe una tendencia generalizada a pensar que las lentes de contacto presentan escasos problemas y que pueden ser toleradas universalmente». Los datos, en cambio, dibujan una realidad diferente, aunque no alarmante, subraya el doctor. Una de cada veinte personas que utiliza lentillas tiene que acudir a la consulta médica una vez al año. En Urgencias también están acostumbrados a estos pacientes ya que atienden al día tres o cuatro casos por problemas oculares. Las consultas aumentan significativamente en verano. El aire acondicionado y los baños en playas y piscinas son malos compañeros de las lentes, que requieren de una limpieza y de unos hábitos adecuados.

El rechazo a las lentillas es, pues, más común de lo que parece. Los problemas se agudizan con el paso de los años y aproximadamente tres de cada diez usuarios tienen que dejar de utilizarlas. La sequedad del ojo, irritación, enrojecimiento y la sensación de raspado son los síntomas más comunes y los que levantan la alerta sobre un posible problema ocular.

Sin embargo, no existe una fórmula matemática para determinar qué tipo de usuarios pueden padecer problemas oculares ni tampoco al cabo de cuánto tiempo se pueden producir. Lo que sí se sabe es que uno de los factores más influyentes tiene que ver con la hidratación del ojo. «Una lentilla tiene que estar sumergida en lágrima. La lente queda cubierta por delante por una película lacrimal de dos a cinco micras de espesor, que rellena y uniformiza sus más ínfimas irregularidades. Por detrás, entre ella y la córnea, queda otra fina película lacrimal», explica Juan Murube, presidente de la Sociedad Española de Oftalmología.

Sequedad, limpieza y aire

Pero los ojos empiezan a secarse con el paso del tiempo. En los primeros treinta años de vida, apunta Murube, suele producirse tanta lágrima que las necesidades de hidratación de la lentilla quedan cubiertas. Entre los 30 y los 45 años disminuye la lubricación y con ella, la tolerancia de las lentes de contacto. A partir de los 45, los problemas oculares son más frecuentes y el riesgo de infección se multiplica. En el caso de las lentillas blandas (las más utilizadas), la hidratación es más complicada, pues las lentes actúan como esponjas que atrapan el agua y necesitan más humedad. Las alteraciones en la secreción lagrimal se conocen como ojo seco, una enfermedad que afecta en mayor proporción a las mujeres en época de la menopausia (nueve de cada diez pacientes), añade Javier Mendicute, del Hospital Donostia. Las condiciones ambientales también hacen estragos. La presencia continuada de aire acondicionado en el lugar de trabajo, la exposición a sustancias contaminantes o partículas suspendidas en el aire complican la tolerancia de las lentillas que, al fin y al cabo, no dejan de ser un cuerpo extraño en una de las partes del cuerpo más sensibles.

Al listado de recomendaciones para evitar problemas oculares derivados del uso de lentillas hay que sumar la limpieza. Una correcta higiene es fundamental para evitar infecciones. Mendicute dice que muchos pacientes se saltan «el plan renove» de lentillas: no las utilizan de forma adecuada, ni las renuevan en el plazo indicado (hay lentillas de uso diario, mensual o de varios años). Las complicaciones pueden ser leves, una simple conjuntivitis, por ejemplo. Pero sin un tratamiento a tiempo el problema puede derivar en una infección grave de la córnea, hasta el punto de perder la vista y de requerir un trasplante (casos excepcionales).

Una de las infecciones que más preocupa en los últimos meses es la queratitis por Acanthamoeba, una patología difícil de tratar que se ha detectado en Estados Unidos, al parecer, provocada por una solución de limpieza de lentillas contaminada. La compañía Advanced Medical Optics ha retirado voluntariamente del mercado el producto, Complete MoisturePlus. En España, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) ha sido informada por la empresa norteamericana de su decisión y aconseja a los usuarios que dejen de utilizar la solución, aunque de momento no se ha detectado ningún caso por esta enfermedad.

Ante cualquier sospecha de éste u otro problema, lo mejor es quitarse las lentes de contacto y consultar inmediatamente al oftalmólogo, que revisará su adaptación ocular para evitar cualquier patología y posibles complicaciones. Javier Mendicute desdramatiza el mensaje final y asegura que «las lentes bien adaptadas en la persona que puede utilizarlas y por un especialista siguen siendo una buena opción» para corregir los errores refractivos. Cada paciente, concluye, necesita una solución personalizada, de forma que ningún especialista puede asegurar cuál es la mejor alternativa. «Gafas, lentillas y cirugía láser van de la mano».
Fuente:http://www.diariovasco.com/20070830/al-dia-local/lentillas-20070830.html

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